Pablo Hernández | Coordinador de Investigación Académica de Maldita.es
“Cuando estalló la pandemia podíamos llegar a un pico de 2.000 bulos diarios”
El periodista de Maldita habla de lo que ha supuesto el coronavirus para los medios verificadores y explica al detalle todo el campo de las fake news
Pablo Hernández estudió Ciencias de la Información y tiene un cargo importante en Maldita. Es el Coordinador de Investigación Académica. Nació en La Rioja, pero vive en Madrid desde hace muchos años. Ha pasado más de 19 años en televisión, pero no en primera plana, sino detrás de las cámaras, decidiendo contenidos y organizando redacciones. Ha pasado por canales como La Sexta o Cuatro. Además, también escribió en la Agencia EFE y en ABC. Hace ya tiempo que decidió pasarse al periodismo de verificación, a la lucha contra los bulos.
Pregunta: ¿Qué son las fake news para una persona que trabaja a diario con ellas?
Respuesta: No nos gusta utilizar fake news. Consideramos que si es falso, no es noticia. Preferimos hablar de desinformación. Lo que entendemos por desinformación sería un contenido falso que se pone en circulación a través de redes sociales con la intención de engañar a alguien con distintos objetivos. Dentro de este fenómeno de la desinformación, hay gente que lo comparte con la mejor voluntad del mundo. Les llega el bulo, consideran que es importante y lo difunden. Están difundiendo bulos sin ser conscientes. Hay gente con buena intención que cuando recibe ese mensaje falso, lo difunde creyendo que puede ayudar. Son víctimas.
P: ¿Qué metodología siguen en Maldita para verificar un bulo?
R: Lo llamamos el ‘palante’. A la hora de seleccionar qué desmentimos, hay dos criterios: si nos ha llegado la alerta varias veces o si, aunque no se haya movido mucho, vemos un bulo potencialmente peligroso. Tras esto, uno de los redactores se pone con el tema. Habla con fuentes oficiales que siempre se citan en el texto y también con protagonistas. Se hace un trabajo periodístico de investigación clásico. Cuando ya se tiene algo sólido para contar, se escribe el artículo. Aquí entran en juego los canales de Telegram que tenemos: un equipo de nueve editores con distintos perfiles revisan el artículo y ven paso a paso si lo que tenemos confirmado es suficiente para determinar algo. Hacen falta cuatro ‘palantes’ y cero negativas para sacar el artículo. Si un editor dice que no, se veta. Así nos aseguramos de que si hay alguna duda, se puede vetar y no se publica.
P: ¿Es difícil el contacto con las fuentes?
R: Hay veces que cuesta. Tenemos la ventaja de que Maldita se va conociendo y las fuentes oficiales saben quiénes somos, pero cuesta un poco. En el fondo es el proceso del periodismo tradicional. Lleva trabajo y a veces nos quedamos con las ganas de sacar un desmentido, pero para esos casos tenemos otra posibilidad. Si hay algún elemento que nos falta y es importante, pero hemos recopilado información relevante, publicamos un qué sabemos. Mostramos lo que sabemos sin mojarnos. En el proceso hemos conseguido datos que la gente debe conocer, pero no tenemos la confirmación al 100% de que sea un bulo.
“Cuantos más ojos mirando lo que se difunde, mejor. El problema es que para que funcione bien un departamento de fact-checking tienes que dotarlo de gente y tiempo”
P: ¿Cuál es el volumen de trabajo que reciben a diario?
R: Nosotros notamos muchísimo el aumento de la difusión de bulos cuando estalló la pandemia. Tenemos un sistema en WhatsApp para toda nuestra comunidad que nos notifica de posibles bulos. Antes de la pandemia recibíamos unos 150 o 200 mensajes diarios; cuando empezó todo el tema del coronavirus había días que podíamos llegar a un pico de 2.000. Surgían a todas horas. Notamos una explosión brutal. Hay veces que te salta la notificación de la herramienta de WhatsApp que utilizamos sobre un bulo y de repente te salta otra con el mismo bulo. Acabas viendo cómo alguien en algún lugar ha iniciado una cadena muy peligrosa.
P: ¿Cuál es la noticia más alocada que han desmentido?
R: Yo llevo medio año en Maldita y no tengo mucho recorrido, pero hay uno que utilizamos mucho. Nos llegó una información que decía que había un mosquito que si picaba a una chica la podía dejar embarazada. Este bulo nos llegó varias veces. Para nosotros es muy sencillo, pero si hay gente que se lo cree, debemos desmentir. Si hay personas que se lo creen, no es una tontería.
P: ¿Es positivo que los medios de comunicación tradicionales incorporen sus propios departamentos de fact-checking?
R: Cuantos más ojos mirando lo que se difunde, mejor. El problema es que para que funcione bien un departamento de fact-checking tienes que dotarlo de gente y tiempo. Un departamento con un solo redactor no sirve para casi nada. Nos parece bien, pero la apuesta tiene que ser buena. Luego, otro problema del fact-checking viene cuando desmientes a algún partido político, ya que te encuentras con el problema de que se enfadan y te piden que desmientas también a otros. Nos pasa mucho, pero por eso tratamos de ser muy cuidadosos. Los bulos que afectan a partidos políticos intentamos tenerlos bien atados y crear un equilibrio. Si te metes en terreno político, siempre alguien acaba dándole la vuelta a todo.
“Nos llegó una información que decía que había un mosquito que si picaba a una chica la podía dejar embarazada”
P: ¿Cómo será el futuro de los medios verificadores teniendo en cuenta los avances tecnológicos que se están produciendo?
R: Las inteligencias artificiales son muy importantes en todo esto, pero pensamos que todavía hace falta un ojo humano. Los temas relacionados con texto y que juegan con ironía o dobles sentidos son difíciles de detectar para ellas. Lo mismo sucede con las imágenes, es complicado interpretarlas bien para estas inteligencias. No están preparadas todavía. Aparte, los malos no están quietos, si saben que algo falla, van al fallo, tratan de burlar los algoritmos. La inteligencia artificial será importante, pero, de momento, las organizaciones de verificación vamos a tener mucho trabajo. Los gobiernos tendrán que ver cómo se regula todo el espacio de las redes sociales. Algunas redes han tomado medidas, están en marcha, pero sin terminar de definir del todo el asunto.
P: ¿Por qué la inmensa mayoría de la gente duda de la información que le llega y, sin embargo, acaba compartiéndola?
R: El principal motivo es el componente emocional. La desinformación está diseñada para que tengas ganas de compartirla. Te genera sensaciones. Cuando recibes una descarga emocional potente, ni te planteas la posibilidad de que sea falsa. No pensamos en el peligro que puede suponer esta difusión. El problema es que no tenemos a nadie que nos diga al oído: ¿estás seguro de que la información es cierta? Cuando te entren ganas de compartir algo, estaría bien que le dieras alguna vuelta a esa noticia.
P: ¿Qué debemos hacer si dudamos de una información?
R: Lo primero, no compartirla. Luego hay una serie de nociones básicas. Si te provoca una reacción muy visceral, ten cuidado. Comprueba también si llega por más de una fuente. Si esa fuente es un medio reconocido, puede ser cierto, pero si es un medio que no has escuchado nunca, es mentira seguro. Básicamente, con estos consejos ya tienes la base para localizar un bulo. Un contenido que no tiene link y que te llega por WhatsApp también es para desconfiar. Son tips muy sencillos, pero no los aplicamos. Al final, en un ambiente tan polarizado, es difícil tener un control.
https://soundcloud.com/francisco-guerrero-855522027/entrevista-a-pablo-hernandez-malditaes